Atacar la desinformación con información y educación
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La discusión nacional e internacional sobre las llamadas fake news ha llevado a análisis valiosos que dan respuesta a interrogantes como la anterior.
Las informaciones con contenido falso inspiran sorpresa y disgusto y por eso se difunden más. En los meses previos a las pasadas elecciones norteamericanas hubo más interacciones con noticias falsas en Facebook en Estados Unidos que con noticias verdaderas. Ese es solo un ejemplo
Además, ya sabemos, producto de esta amplia discusión y análisis, que hay una especie de industria detrás de esas noticias falsas, personas y organizaciones interesadas, por razones diversas, en difundirlas. Los gobiernos autoritarios o las agrupaciones populistas, por ejemplo, promueven este tipo de contenidos.
Existe además una conclusión mayoritaria de que, así como la tecnología es un factor clave en su diseminación, también lo es en la solución del problema. Las empresas tecnológicas han propuesto soluciones. Hay proyectos interesantes, como el Trust de Google, pero insuficientes. Estas grandes empresas tecnológicas deben hacer más, incluyendo dejar de premiar los contenidos falsos que se viralizan.
El entendimiento profundo de las pautas de consumo de esos contenidos también debe ser parte de la solución. Vamos a profundizar sobre este tema en particular.
Los receptores consumen contenidos falsos sin una mirada reprobatoria o analítica hacia quien los envía. Hay poco entendimiento social sobre el impacto negativo de ese contenido.
Es fundamental que haya una tarea consistente de educación, en el marco de grandes campañas de concientización y programas de alfabetización en escuelas y en el hogar, para que se comprenda que compartir esa información nos afecta a todos, afecta nuestra convivencia y daña la democracia.
Los medios de comunicación también son parte de la concientización. La calidad de su contenido debe ser una receta continua frente a la dañina información falsa. En buena medida el contenido sensacionalista de algunos medios de comunicación ha usufructuado de ese consumo.
Los esfuerzos de comprobación de datos son altamente valiosos y contribuyen con la solución. De igual forma es muy positiva la precisión de los contenidos periodísticos al señalar la fuente de la información y el autor del contenido, incluso la fecha de creación de la pieza.
No se debe esperar que los políticos y los jueces impulsen excesos de regulación para corregir la situación porque es probable que eso afectará la libertad de expresión. Pero la tarea de educación masiva es, sin duda, una responsabilidad fundamental del Estado y todos los actores sociales que defienden la democracia.
Se trata, en resumen, de atacar la desinformación con información y educación.
Raúl Silesky
Presidente del Instituto de Prensa y Libertad de Expresión (IPLEX)
Cédula 302400846
Publicado en LA NACION: https://www.nacion.com/opinion/foros/foro-atacar-la-desinformacion-con-calidad/CHV5VZCJQZFMFMMW3VEHX3EKPA/story/